Puerto Peñanegra, una tramada en la niebla

Puerto Peñanegra, una tramada en la niebla

9 marzo, 2017 Desactivado Por Miguel Lorente

«¿Hacemos el puerto de Piedrahita?» me dijo el conductor de aquel coche nada propicio para hacer un tramazo como éste del que os vengo a hablar.
«Vale», dije sin más. Y entonces enfilamos la Av-941 y, tomando el desvío, accedimos a la Av-932.

Av-932

Con un paisaje entre las típicas colinas vestidas de arbustos de este enclave próximo a Gredos, la estrecha carretera invita a siempre ir con precaución debido a este condicionante y a que el asfalto, sin ser malo, no goza de un mantenimiento óptimo pero lo suficientemente adecuado para circular por él notando cómo la grava golpea los guardabarros.

Pues, tras una sucesión de curvas largas que se enlazan una tras otra en ascensión, llega la otra vertiente de este tramo ya que, una sucesión de rectas de media distancia fácilmente secuenciables entre sí invitan a hacer un «flat out» bajo los límites de velocidad legales y de la cordura pero sobre todo el que, en la visual, marca cuando llega la primera curva seria con un correspondiente puente con petriles.

El ascenso prosigue, ganamos altura pero perdemos vegetación y añadimos otra hermosa curva de derechas sobre puente con otro grupo nuevamente de intimidantes petriles que no te permitirán que se te descuadre la zaga.

Al carecer de línea central divisoria, no hay que perder nunca la referencia de los márgenes por lo que el horizonte hay que conjugarlo siempre con la vista periférica y lo que el coche te transmite sobre el estado del firme.

El tráfico, a pesar de ser domingo es casi nulo, de hecho la niebla que se agita simulando ser una ventisca invita a no salir de casa o a llamar locos a tres tipos buscando un escenario del que volver otro día con otra meteorología y con otros coches (no porque el que lleváramos no cumpliera, todo lo contrario, pero esta Av-932 se presta muy mucho para ir en un coche divertido).

En cierto modo, esta carretera me recuerda a algún tramo del Rally Cataluña-Costa Dorada (lo siento, pero soy muy malo recordando nombres incluso habiendo estado a pie de cuneta) donde la sucesión de curvas rápidas y rectas de 100-150 metros hacen que tengas la sensación de fagocitar asfalto.

Y justo cuando llegamos a la baliza que marca el pk. 15 hacemos «cumbre».

Espectacular. Es invierno, estamos en plena sierra abulense y la nieve cubre la ladera y se ve casi un metro de nieve cortada por alguna máquina que, recientemente, ha limpiado la calzada.

Comienza el descenso, similar configuración del trazado a la subida pero llega esto:

¿hace falta decir más? Pues sí: hay dos más y entre medias más «zoom-zoom» (hola amigos de Mazda) hasta que empezamos a ver de nuevo árboles y casas, señal de que estamos llegando al final de lo bueno porque entramos a la población de Piedrahita que marca el final de lo que, a la postre, resultaría este artículo.

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