Prueba: Seat León Cupra 400 por VagSpeed
29 octubre, 2018Si te ofrecieran la posibilidad de conducir un coche de 400 CV ¿qué dirías? Pues eso dije yo a este Seat León Cupra.
Sí, has leído bien, un Seat León Cupra de 400 CV. Y no, obviamente no es un vehículo estándar.
De serie, este coche nuevo salió del concesionario en 2015 con una potencia de 290 CV extraídos a un bloque 2.0 TFSI, todo dirigido al eje delantero y gestionado por una caja de cambios DSG de seis velocidades.
Bien, pues a nuestro amigo y dueño de este compacto deportivo no le parecían suficientes así que confió en VagSpeed para exprimir todo lo exprimible.
Y, como si de una lista de la compra fuese, tras varias fases, el coche, en el momento de la prueba, contaba con las siguientes modificaciones: intercooler Airtec, catback y downpipe APR, admisión Volkswagen racing, cover oil forge, supresión intermedio y escape Millteck, además de unos frenos perforados AP Racing y calzar unos neumáticos Kumho Ecsta Ps01.
Todo ello gestionado electrónicamente con una reprogramación de la centralita en Stage II.
En el interior, su dueño tampoco ha dejado elemento sin que esté a su gusto. Por eso, varias piezas han cambiado sus materiales originales por otros como la piel en Alcantara o han sido hidroimprimidos con un espectacular acabado que simula la fibra de carbono.
Tampoco el exterior, con un buen puñado de cambios y añadidos donde destacan las colas de escape al estilo Audi RS que aportan más contundencia a la zaga.
Seat León Cupra, para amarlo u odiarlo
Pero vayamos a lo importante ¿cómo es conducir un Seat León Cupra con 400 caballos y tracción delantera? Se resume rápido: una locura.
Aunque suene un tanto políticamente incorrecto, la locura en la vida es necesaria. Nos hace cuestionarnos si los estándares son justificables o se pueden y deben cruzar y, para ello, hay que añadir dosis de riesgo.
Así es este Cupra. Una montaña rusa de emociones.
Por ejemplo, en modo Comfort, el comportamiento de suspensión, dirección y motor encuentra un equilibrio digno para uso diario. Sí, diario. Válido para hacer distancias cortas, medias o largas porque el coche es noble pero potente. Apto para casi cualquier usuario porque no compromete en absoluto su manejo.
La cosa cambia al modificar los parámetros en modo Sport. El coche se transforma. De un compacto cómodo y dócil ahora es un compacto deportivo, con mala leche, reacciones rápidas y al que hay que pillarle el punto para ir rápido.
Pero, ay amigo, el modo Cupra abre las compuertas a un derroche de potencia tal que tu corazón no parará de latir a trompicones, acelerándose en momentos de máxima emoción y paralizándose en momentos en los que este Seat León Cupra llega a meter miedo.
Todo ello con una dosis de adrenalina que las cápsulas suprarrenales serían incapaces de aguantar sino fuera porque este set up solo es lógico en momentos puntuales.
Por ejemplo, en carreteras de montaña. Es una locura. El ritmo que alcanzas es increíble en un coche así sobre todo gracias al buen hacer de la caja DSG cuando actúa de forma autónoma.
Coger su volante y pensar que es un coche de tracción delantera que pone a tu disposición 400 CV, impone y eso que el diferencial actúa a la perfección pero es tal el poderío de este coche que, cuando entrega su máximo, acaba dando bandazos y es incapaz de traccionar todo lo que el motor produce.
Y tú te preguntarás (como yo ya lo hice y hasta el propio dueño se plantea) ¿merece la pena tener más potencia de la que puede gestionar? La lógica diría que no, tanto que este coche tiene siempre la ‘amenaza’ de rebajar su potencia a 350 CV pero, como dice su propietario, perdería su identidad y yo diría que perdería la gracia de ser un potro desbocado.
Piensa en los rodeos que has visto, esos en los que un jinete monta a un caballo salvaje hasta someterlo. Este Seat León Cupra es algo así.
Es una bestia que, de primeras, no impone ni asusta. El aspecto es casi de serie y solo, cuando sabes que no es ni un León estándar ni un Cupra de serie, empiezas a sudar.
Se abre la puerta del conductor y ves detalles que te hacen ver que, o este coche va de farol o que va totalmente en serio.
Lo arrancas. Activas el modo Sport y empieza la fiesta.
Desde el comportamiento del motor, pasando por el sonido del escape y su dinamismo en movimiento te ha entender que, aunque estás en un Seat León Cupra, éste, está en otro mundo.
En el mundo al que su dueño ha querido catapultarlo, a él y a sus ocupantes porque solo se me ocurre un modelo que yo haya probado cuya patada sea similar a este… el Mercedes-AMG GLC 63S 4Matic –enlace externo a la prueba-.
La sensación de despegar, o volar bajo, de ambos te deja tanto una sonrisa como un nerviosismo adictivo que te hace jugar a buscar semáforos en rojo y esperar a disfrutar de la luz verde o a salir de vías rápidas solo por el placer de tener que usar una incorporación donde exprimirlo
Por cierto, el turbo llega a soplar a 2,50 bares.
El Seat León Cupra irreal
Como si del artículo Del amor al odio, a la locura se tratara, este coche es una locura que amas u odias.
He de reconocer que, la primera vez que lo conduje, me causó una sensación extraña: era tan potente que era una exageración sin sentido. Pero, la posibilidad de lanzarse con tal fiereza a fagocitar el asfalto, te obliga a buscar más carreteras donde repetir la acción.
Por eso hubo una segunda vez. Ésta no tuvo medias tintas. Solo un breve periodo de adaptación. Una fase de sincronización entre bestia salvaje y domador.
Una relación en la que el humano no puede confiarse, el León puede darte un zarpazo cuando te descuidas. Los riesgos de enfrentarse a un animal así están presentes, que quieras correrlos es decisión tuya.
Por eso elegí ponerme al volante de nuevo y por eso nuestro amigo Álvaro mantiene su coche tan extremo como a él le gusta y se lo agradecemos en el alma. Por cedernos unos cuantos km de su conducción y de su tiempo para disfrutar de un Seat León Cupra único.