Mazda CX-30 e-SKYACTIV-X 2.0 Nagisa

Mazda CX-30 e-SKYACTIV-X 2.0 Nagisa

8 mayo, 2024 Desactivado Por Miguel Lorente

Probamos el Mazda CX-30 e-SKYACTIV-X 2.0 con acabado Nagisa, un crossover a medio camino entre un compacto de premium y un SUV de alta gama

Como ya has podido leer en la entradilla, si tuviera que elegir un único adjetivo en el que resumir mi evaluación tras la prueba del Mazda CX-30 e-SKYACTIV-X 2.0 Nagisa es la palabra lujo. He utilizado el concepto premium y alta gama para acotar el grado de confort, habitabilidad y ambiente que el acabado Nagisa aporta al propio Mazda CX-30.

Pero, más allá de empezar la casa por el tejado y darte ya a conocer mi opinión sobre el Mazda CX-30, vayamos a cimentar los motivos que me llevan a asegurar que éste es uno de los mejores coches que he conducido en 2024… y más allá.

El Mazda CX-30 e-SKYACTIV-X 2.0 Nagisa por fuera

No te voy a negar que posiblemente lo que menos me gustara del Mazda CX-30 con acabado Nagisa haya sido sus colores, empezando por el color de la carrocería, Zircond Sand, un ambiguo verde grisaceo tirando a marrón que, acostumbrado al «rojo cereza Mazda», me rompió por completo los esquemas según me entregaron sus llaves.

Estéticamente, su concepto como crossover más que como coche SUV viene a partir de su configuración y arquitectura.

Las medidas exteriores del Mazda CX-30 se fijan en una altura libre al suelo de 175 mm, una longitud de casi 4,4 metros, una anchura de prácticamente 1,80 y una altura de 1,54 m, con una batalla de unos 2,66 lo que le permite homologar una capacidad de hasta 5 ocupantes.

Ahora, qué es lo que hace, digamos, más montaraz a este crossover que otros, pues las protecciones plásticas, en todos los sentidos, de los pasos de rueda y taloneras que se insertan posteriormente en los paragolpes.

Además, con una distancia visualmente sensible entre las propias ruedas y estos citados guarnecidos, la estampa, sobre todo, lateral del Mazda CX-30 es más propia de un SUV de ciudad que de un turismo compacto con una suspensión holgada.

Con todo y ello, frontalmente, la fotografía del coche bien merece detenerse en ella ya que, tanto si lo confrontamos como si nos escoramos a tres cuartos de la imagen, la inserción de elementos angulosos, incisivos y filosos da a entender un esforzado trabajo del equipo de ingenieros en cuanto a la mejora aerodinámica, en paralelo con el equipo de diseño, para mejorar un innato coeficiente de rozamiento deficiente.

¿Qué quiero decir con todo esto? Pues que se ve, literalmente, que se han currado el frontal para compensar la aerodinámica deficiente que todo coche que se despega del suelo padece.

Volviendo al par de laterales, los paneles lisos y las líneas, cuya cintura es elevada, que nacen en la citada cara del Mazda CX-30 fluyen con dinamismo hacia la zaga.

Mucho más sencilla que su opuesta, la vista posterior se resume en unos faros mazdalenienses que señalan el emblema de la marca y que presiden desde lo alto el portón del maletero que casi se apoya en el paragolpes que, dependiendo de la luz, puede llegar a parecer de color o tono bengé.

El interior del Mazda CX-30 e-SKYACTIV-X 2.0 con acabado Nagisa

Pues si te decía, lo que menos me ha gustado del Mazda CX-30 es su color exterior, lo mismo me ha sucedido respecto de su habitáculo. Pero, en ambos casos, sinceramente, que eso sea mi mayor crítica al Mazda CX-30, es totalmente intrascendente porque es la apreciación más subjetiva de cualquier prueba de coche que se haga.

Como se suele decir «para gustos los colores» y ya te digo yo, que el si el Zircon Sand y la tapicería de cuero marrón Terracota es lo peor de Mazda CX-30 Nagisa que puedo señalar, si yo fuera tú, y entiendo que si estás leyendo esto es porque has buscado información sobre el Mazda CX-30, dormiría muy tranquilo pensando que comprar este coche es todo un acierto.

Como te decía, no soy muy fan de las tapicerías en cuero marrón, pero entiendo el lustre y el porte que producen en cualquier ambiente que quiera tener una presencia elitista. En este caso, lo logra.

Porque, si ya de por sí, algo que degusto cada vez que hago una prueba de un Mazda, es que estos coches están montados, ensamblados, armados, y bien uso estos verbos para incidir en su elaboración casi artesanal y/o a mano, con un grado de esmero que deviene en perfección que da gusto hasta deleitarse mirando, por ejemplo, el arte de la costura que se muestra en cualquiera de las puntadas que se ven.

Hay coches que, nada más entrar en ellos se siente un ambiente de pobreza, de desdén, de desamor en su manufactura, vuelvo a incidir en este caso, el sustantivo. Los Mazda están en las antípodas y el caso del Mazda CX-30 con equipamiento Nagisa es un ejemplo más.

Como decía, un aura de lujo te envuelve según accedes a la cabina. Te acogen las butacas delanteras. Te acoplas a la perfección en ellos. Tanto delante como detrás, te envuelve una sensación de perfección y lujo que pocas marcas ofrecen.

Como te decía, este coche es cómodo hasta para cinco ocupantes. Hemos tenido la oportunidad de viajar tres adultos y dos infantes, con sendas sillas correspondientes, una distancia no muy lejana pero lo suficiente como para poder evaluar que la plaza central trasera para una persona, eso sí, en mi caso, mi esposa, de 1,70 metros de altura y una talla 36/S, puede viajar con relativa comodidad en su puesto.

El maletero del Mazda CX-30 ofrece hasta 430 litros lo que viene siendo un espacio correcto para hasta una única maleta de gran tamaño o todos los achiperres rutinarios que una familia pueda transportar en su tareas habituales de su día a día.

La conducción del Mazda e-SKYACTIV-X 2.0

Si bien no puedo decir que es uno de los puntos flacos del coche, si que me queda la espinita de pensar que el motor híbrido del Mazda CX-30 ni es todo lo potente que entiendo que debería sentirse ni es todo lo rápido ni contundente que me gustaría. Y me explico.

El propulsor de e-SKYACTIV-X 2.0, en el caso del ejemplar probado, asociado a una caja de cambio manual de 6 velocidades, produce hasta 186 CV de potencia y hasta 240 Nm de par que envía al eje delantero, lo que significa que tenemos un crossover de tracción delantera. Bien, a pesar de poder alcanzar, teóricamente, los 204 km, la aceleración desde 0, de nuevo, según su homologación, se fija en 8,7 segundos, lo que ya anuncia que muy rápido no es.

Que su Cx, el cual desconozco, y la casi tonelada y media que pesa (1.479 kg, en vacío) influyan, no me cabe duda porque, en conjunto con el motor, hace de su aceleración, tanto en parado como en movimiento, lenta. No se siente en ningún momento instantánea, contundente, ligera… todo lo contrario. Se muestra progresiva.

Al margen de esto, la respuesta, como decía, es suave y progresiva, y al no tener ningún tipo de configuración deportiva o modos de conducción que activar o elegir, obliga a jugar con los tres pedales y la palanca de cambio.

Ahora, qué es lo que más me ha gustado de la conducción del Mazda CX-30 e-SKYACTIV-X 2.0, el equilibrio que muestra.

Como te decía, es un motor suave y silencioso y que, en combinación con la caja manual, hace amena cualquier trayecto. El cambio se acciona mediante movimientos cortos y que pueden llegar a ser muy rápidos, por eso es interesante, bajo mi punto de vista, elegir esta caja y no la automática si, sobre todo, se va a circular por carreteras donde se va a exigir una mayor contundencia como sucede en caso de  tener que realizar incorporaciones a otras vías o adelantamientos enérgicos.

El motor híbrido ligero e-SKYACTIV-X 2.0 cuenta con un sistema eléctrico de 24 voltios que viene a apoyar al térmico, pero que no le suplanta en ningún caso, es decir, que no mueve el coche, solo auxilia el trabajo del de gasolina como motor de arranque o como aporte adicional al principal. A pesar de esto, el coche luce etiqueta ECO.

Así, el consumo medio homologado del Mazda CX-30 híbrido ligero se anuncia en 5,7; la misma media que al acabar la prueba me mostraba el ordenador de a bordo.

Conclusión y opinión del Mazda CX-30 e-SKYACTIV-X

Como te habrás dado ya cuenta, solo tengo palabras para elogiar este crossover.

La verdad es que aún no me he subido a un solo Mazda que no me gustara. Podrá ser más o menos de mi gusto, ese es otro tema, no me gustan los SUV, pero, por ejemplo, conducir el CX-60 ha sido una de las experiencias más lujosas que he tenido. A eso me refiero.

Con el caso del Mazda CX-30 hibrido ligero me pasa lo mismo, podría sacarle alguna pega, tan banal como que no me gusta el color exterior y de la tapicería o la forma de su volante, pero, quitando esos detalles que son totalmente subjetivos, todo son alabanzas.

Me gusta hasta en cuanto a lo que vale. Según el fabricante, el precio del Mazda CX-30 e-SKYACTIVE-X Nagisa parte desde 34.690 euros, para el que equipa el motor de algo más de 120 CV, y uno como el que hemos probado desde 37.190, que tampoco es que sea una locura de precio por disponer de unos 65 CV más.

En cualquier caso, este coche es un automóvil que se disfruta, sobre todo en cuanto a su habitabilidad y confort por lo que, quizás la opción intermedia entre el más económico y el tope, el Mazda CX-30 Nagisa AWD automático de 42.190 euros, el de 150 CV por 35.690 sería mi opción preferida.

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