Prueba: Mazda CX5 gasolina E-SKYACTIV G
8 febrero, 2024La prueba del Mazda CX5 gasolina nos vuelve a demostrar el buen hacer de la marca japonesa, tanto en su capacidad para crear ambientes de lujo, como en la puesta sobre el asfalto de vehículos de los que uno disfruta a cada ocasión
Después del buen sabor de boca que nos dejó el tras hacer la prueba del Mazda CX-60, el buque insignia de la marca, teníamos ganas de echarle el guante al SUV mediano de Mazda, y comprobar si ese savoir faire se ha trasladado también a su hermanito «pequeño».
El Mazda CX5 por fuera
Aunque lo de pequeño… no es sino una mera forma de hablar: sus dimensiones de 4,57 x 1,84 x 1,68 metros de largo, ancho y alto, respectivamente, nos hacen ver que se trata de un SUV de tamaño medio, pero con tendencia hacia el segmento superior.
La unidad probada, que presenta el acabado de equipamiento Takumi, se carcateriza por un color llamativo, el denominado Zircon Sand, una mezcla de marrón y verde que no nos pareció del todo acertada, sobre todo si tenemos en cuenta que Mazda lleva años «asociada» al rojo cereza.
En la parte delantera, los faros, de LED y de un tamaño no muy grande, presentan un diseño en forma de doble L, que nos recuerda a otras marcas de origen centroeuropeo, junto a una parrilla grande (aunque no tanto como la de su hermano mayor, el CX-60).
Lateralmente, el acabado Takumi de Mazda presenta los pasos de rueda pintados en color carrocería. Quizás, en nuestra opinión, hubiera quedado mejor con los típicos plásticos en negro, como tienen las versiones inferiores, pues este color Zircon Sand pide una ruptura, un contraste con el color de todo el «mazacote».
Respecto a la parte trasera, poca novedad: una firma lumínica realizada en LED, de un tamaño más bien pequeño en comparación con el resto de la carrocería, rematada por dos colas de escape reales, cosa que, por desgracia, cada vez más, se está perdiendo en los coches actuales.
Tanto la versión que nos ocupa en esta prueba del Mazda CX-5, propulsada con el motor de gasolina E-SKYACTIV G de 194 cv, como la que monta motores diésel, equipan unas llantas en 19″, que resultan proporcionadas con el tamaño del coche.
Interior del Mazda CX5
En el puesto de conducción nos encontramos con un cockpit que mezcla una pantalla digital en el centro y sendas esferas analógicas situadas en los laterales del cuadro, creando a la vez una sensación de coche actual y algo retro, pero muy bien logrado y conjuntado.
El volante es de un tamaño pequeño, de hecho, es el mismo que equipaba el pequeño deportivo Mazda MX-5, con un aro fino, y colocado en una posición, en nuestra opinión, demasiado vertical, más propio de vehículos deportivos que de SUV como el que nos ocupa.
Los asientos delanteros, vestidos en símil cuero, son calefactados, si bien pecan de ser excesivamente cómodos y anchos, con poca sujeción lateral (aunque esto es bastante agradable para caballeros fornidos como el que escribe esta humilde prueba).
Los asientos traseros del Mazda CX5 están orientados a un uso ideal para dos ocupantes, en caso de ajustar el sillón delantero a un conductor de 1,80 m, el espacio disponible para esa misma persona si viajara detrás quedaría bastante libre para rodillas, pies y más que holgado de hombros al techo.
Las plazas traseras del Mazda CX5 pueden albergar hasta tres adultos, pero solo es recomendable si solo se van a realizar trayectos cortos, pues, como sucede habitualmente en vehículos de estas dimensiones, la plaza central suele resultar estrecha, a la par que incómoda.
Vida a bordo del Mazda CX5
A lo largo de los días que ha durado la prueba del Mazda CX5, hemos utilizado el coche para nuestros trayectos diarios, pudiendo llegar a la conclusión de que, si hubiera que definir a este coche con una sola palabra, esa sería comodidad.
Como ya hemos comentado en el apartado referente al interior, los asientos delanteros son cómodos, han sido diseñados teniendo esta premisa, la de la comodidad, en mente, y eso se nota a la hora de realizar trayectos por carretera a bordo de este SUV.
A esta sensación de comodidad ayudan, en buena parte, una caja de cambios automática de 6 relaciones con un funcionamiento correcto, y una suspensión con un tarado más bien duro, que no resulta seco ni incómodo pero que redunda en una buena calidad de rodadura, sin balanceos propios de otros SUV normales y corrientes.
Respecto al apartado de infoentretenimiento, este es compatible con Android auto y CarPlay, y se gestiona a través del joystick de la consola central, así como de forma táctil siempre que estés parado, quedando desactivada esta función cuando el vehículo está circulando. El sistema de sonido está firmado por BOSE.
Como apartados a mejorar en el CX5 que hemos probado, nos gustaría que la pantalla táctil se pudiese manejar también en marcha, pues resulta frustrante (a la par que tedioso) su manejo a través del joystick central, ya que en muchas ocasiones no resulta sencillo acertar con el comando adecuado.
El maletero del Mazda CX5 híbrido, cubica 522 litros, que en la práctica nos resulta más que suficiente para albergar el equipaje de una familia de tres personas.
Al abatir los asientos traseros hemos podido introducir un paquete de grandes dimensiones, por lo que este apartado lo aprueba con nota.
Impresiones dinámicas durante la prueba del Mazda CX5 gasolina
Ya hemos comentado que la unidad de pruebas está propulsada por un motor híbrido del Mazda CX5 de gasolina. El propulsor e-SKYACTIV-G 2.5 de cilindrada que produce 194 cv de potencia y hasta 263 Nm de par y dirige su trabajo solo al eje delantero, FWD, y que asocia dicho trabajo a una caja de cambios automática de 6 velocidades.
Al ser un motor atmosférico, que cuenta con un sistema de desconexión de cilindros según el régimen de trabajo, nos ha dado la sensación de que la respuesta, sin quedarse corta, puede resultar un tanto perezosa, a pesar de no ser un SUV pesado, ya que su homologación anuncia 1.590 kg.
El consumo medio del Mazda CX5 gasolina microhíbrido con el que hemos acabado los días de test han sido de 8 litros a los 100. Una cantidad por encima del homologado oficial que es de 7,2 aunque, también es cierto que, según el tipo de trayecto, podemos conseguir medias más bajas.
En cualquier caso, tampoco son números que debería asustar a un interesado en adquirir un SUV potente y equipado con un propulsor tan grande como este.
Por otro lado, no debemos olvidar que se trata de un SUV con etiqueta ECO de la DGT al contar con un sistema de hibridación ligera.
Conclusiones finales y precio
El precio del Mazda CX5 más barato parte desde 35.183 euros, según el configurador de la marca, pero una unidad como la que hemos disfrutado roza los 48.000 euros.
Un SUV en el que se prioriza sobre aspectos tales como la comodidad, el refinamiento, la calidad de los acabados… orientado siempre a que sus ocupantes se sientan en un ambiente de lujo. Si estos puntos son claves en tu elección, sin duda el Mazda CX-5 es tu coche.