Cuándo un coche es divertido

Cuándo un coche es divertido

5 agosto, 2016 Desactivado Por Miguel Lorente

¿Qué significa para mí «este coche es (o no) divertido»? Es una bonita y entretenida discusión que ya he tenido con diferentes personas y que me suele llevar a la conclusión de que nadie tiene el mismo canon sobre el concepto.

Por eso quiero plasmar qué es para mí un coche divertido y cuáles de los vehículos que he probado, por uno u otro motivo, me han acabado resultando ser o no factibles de ser catalogados como divertidos.

Por definición

Entiendo que los coches más divertidos deberían ser los de mayor «impronta» deportiva, aquellos que, partiendo de su ficha técnica y prestaciones, se les suponen ser más o mejores que otros por debajo de esos fríos datos, esos que van más allá de lo ordinario, son esos los que espero que sean divertidos. Es decir, lo que quiero de un coche así es que me provoque mariposillas en el estómago en un momento u otro de su conducción, más si cabe cuando se vende como tal.

He probado desde eléctricos urbanitas a superdeportivos dignos de garajes de ensueño y la conclusión es que ni una marca ni un modelo por ser de esa marca o ser ese modelo puede ser o dejar de ser divertido por concepción. Que lo que te esperas de un coche no tiene porqué ser obligatorio que ofrezca o que precisamente sí lo hace por pertenecer a un grupo que por concepción lo ofrece.

Ejemplos

1. Los que cumplen

Fue divertido montar en un Ferrari 360 Spider no solo por ser un Ferrari, no solo por ser el primer superdeportivo que conduje sino que lo fue sobre todo porque rodar descapotado mientras escuchaba bramar ese V8 atmosférico cada vez que se le rozaba el acelerador me puso los pelos de punta, el corazón a ritmo de orgasmo y la cordura a un muy bajo umbral. Fue como si mi cerebro conectara vía jack con el corazón de ese potro que solo se desbocaba cuando le hincaba la espuela en el costado.

Los Subaru (Impreza) WRX STI y BRZ son deportivos por ADN y así lo demuestran. El primero es la base de los desarrollos de competición de la marca para rallyes o circuitos aunque el «biplaza» (lo digo con sarcasmo, nótese) también lo es pero digamos que la saga Impreza WRX STI es conocida por ser deportiva de nacimiento y el modelo actual cumple más si se compara con su (mi) antecesor al cual deja un peldaño por abajo de ser magnífico como así es el modelo que desde 2014 se vende.

Es más ágil, más rápido, más estable y directo que mi Subaru WRX STI 2011 y esto hace que si un coche ya era completo, el que lo sustituye te haga sentir el dueño de tu trayecto, entras donde quieres donde quieres por donde quieras y cómo quieras sin más que calibrar la relación entre sistema nervioso, brazos y piernas. Y a disfrutar de los km.

 

 

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El BRZ es un juguete con el cual da gusto irse a carreteras bien asfaltadas y reviradas buscando el límite de la lógica y la seguridad porque es ahí donde ese culeo controlado o esa frenada al borde del abismo te hace sentir que es un coche para disfrutarlo.

2. Los que sorprenden

Ahora vienen aquellos que, una vez al volante o devueltos en el concesionario, más regusto me dejaron en el gaznate de mi memoria.

Un coche que me dejó boquiabierto fue el recientemente probado Alfa Romeo Giulia. Reconozco que fui con una expectativa muy baja: una berlina «apoltronada» de gasoil no es que a priori resulte ser un automóvil de los que me generan emoción por ponerme en su plaza de conductor… a priori porque, como ya analicé en su propia entrada pero resumo, su comportamiento tan directo sobre todo en la dirección combinado con la propulsión hizo que pasara muy buen rato en el Circuito del Jarama, un ambiente más que hostil para un coche que debería venderse como la berlina que toda familia coherente quisiera tener.

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Y, de nuevo, Subaru pero no los que ya he nombrado sino el Forester. Este todoterreno puede que me resultara aún más divertido que los WRX STI y BRZ de antes porque entrar por un puto camino de cabras, sin saber adónde vas y quedarte a dos ruedas diagonalmente apoyadas en la tierra, otra rozando el suelo y otra en el aire y pensar en pasar la vergüenza de llamar a la grúa para pedir ser remolcado por no poder salir y que este T-O-D-O-T-E-R-R-E-N-O te saque del apuro ha sido uno de los momentos de mayor felicidad probando un coche y no por salir sano y salvo sino por, una vez estable con las cuatro ruedas en el suelo, te dan ganas de tirar para rutas y superficies más inhóspitas para superar todo aquel aprieto que sabes que este 4×4 te va a ayudar a saltar.

Otro vehículo con el disfruté y jamás pensé que podría hacerlo a tan altas cotas fue el, también, Nissan Juke 1.2 gasolina que actualmente sigue en venta. Este coche me ganó con su uso diario y es más, en carretera rápida era tan ágil que muchas veces tenía que controlar mis impulsos porque con un chasis inesperadamente tan afinado deslizarse entre un tráfico denso era equivalente a hacer un «Micky Mouse» o circuito de conos o slálom.

Pero sin dudarlo, la máquina de la que guardo un gratísimo recuerdo porque ni por asomo esperaba pasármelo tan bien con él fue el Nissan Leaf de primera generación. En una breve toma de contacto de media hora y menos de 10 km alrededor de un polígono industrial, las dosis de diversión que me proporcionó fueron inversamente proporcionales a mis expectativas, y me explico, al ser eléctrico el par motor es brutal, traducido, la aceleración que puede llegar a provocar es similar a la de un tren poniéndose en marcha pero claro ¿y si pisas de golpe el pedal derecho? Pues el urbanita enloquece y te catapulta provocándome en su momento unas buenas sonrisas sobre todo al incorporarme a vías más rápidas dejando atrás a los que ya circulaban en ellas con una pasmosa pero efímera facilidad gracias a ese empuje inesperado.

3. Y los que me defraudaron

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La lista sería larga pero, en un orden de más a menos: Abarth 500C, Lamborghini Gallardo, Suzuki Swift Sport de 2009 y el de 2014, el actual Ssangyong Korando 2.2d, Alfa Romeo GT jtd… cada uno podría analizarlo en detalle pero, en general, por no cumplir las expectativas que sobre el papel teórico de lo que los fabricantes venden de ellos.

Es digno de la clase política prometer y no cumplir pero que un fabricante automovilístico, muchas veces de sueños rodantes, haga creaciones tan mediocres o cuyos rendimientos provoquen tan bajas emociones cuando se conducen generan decepciones y todos esos coches (y creo que se me escapa alguno más) no estuvieron a la altura de lo que esperaba o se espera de ellos.

Conclusión abierta

Como decía, ni yo a ti te voy a convencer ni tú a mí me vas a hacer cambiar de opinión de qué es para cada cual divertido o no pero espero tanto que esta disertación te haya hecho pasar un rato entretenido como que, si te apetece, compartas tú opinión sobre qué o cuál coche es divertido usando la opción de añadir los comentarios al final de esta entrada para poder seguir debatiendo sobre este tema.

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