Test de conducción del Abarth 595C Competizione de 180 CV

Test de conducción del Abarth 595C Competizione de 180 CV

8 octubre, 2023 Desactivado Por Miguel Lorente

Aquí te cuento mis sensaciones y emociones durante la conducción en el test del Abarth 595 Competizione y además Cabrio, un jodido capricho que bien me daría, si tuviera lo que cuesta

Te voy a explicar en pocas palabras el motivo que me lleva a separar en dos artículos el test del Abarth 595 Competizione: básicamente porque me había quedado un tocho de casi 3.000 palabras con el que yo mismo habría muerto antes de terminar de leer.

Si en la otra parte, en la que ahondo, con profundidad, cómo es el habitáculo del Abarth 595 Cabrio, analizando su confort, habitabilidad, su practicidad e, incluso, su posible uso rutinario como vehículo de 4 plazas junto con su maletero, en este otro solo me centraré en cómo es durante la conducción de este coche deportivo.

Y es que, en una época de apps donde pedir comida rápida rápidamente, tic-tocs de biografías en menos de 20 segundos, de guasaps para romper relaciones sentimentales y en el que nadie espera a que se termine el anuncio de yutú para ver un vídeo de 40 segundos en el que pretender descubrir el secreto de la Alquimia, nadie iba a terminar de leer un texto tan largo sobre las impresiones a bordo de un Abarth 595 Competizione descapotable.

Y este es el primero o segundo de los artículos, según hayas llegado hasta Divex por según cuál de los dos, en el que doy cuenta de la conducción durante el test del Abarth 595 Competizione que he podido disfrutar, con todas las letras, durante este final de verano de 2023.

La vida en movimiento en un Abarth 595 Competizione

Como te decía en el otro artículo, este coche es pura competición, hasta en el hecho de que te importa un pimiento que tengas que adaptarte tú y tu postura de conducción a él. Es que es parte de su gracia.

Y entonces te acoplas en el backet, porque no te queda otra, te abrochas el cinturón y arrancas con la llave, sí, con llave, porque no hay botón de arrancado, aquí giras y empieza la fiesta.

El motor gorgoritea, pero tu tripa más. Pisas suavemente el acelerador y se revoluciona no solo el motor sino tu pulso que acrecienta su ritmo al de las revoluciones por minutos. Y entonces te da por pulsar el botón de la magia: el del escorpión.

En parado y en frío, el sonido del motor se vuelve más bronco, rudo, e, incluso si me apuras, a lata de tomate, pero ojo, evoca al de esos añorados coches con «cañería» o escape recto, sin catalizador ni mierdas eco. Eso sí, su disposición vertical no me gusta nada de nada, pero como la unidad del test del Abarth 595 Competizione no es mío…

El caso es que toca hacer un poco el macarra y le das unos toques en vacío al pedal derecho, nada escandaloso, pero lo suficiente para que algún despistado que pasa cerca te mire, con admiración, desaprobación, envidia o un poco todo a la vez porque este coche es, ante todo, muy rechulón y llama la atención.

Las primeras impresiones de la conducción del Abarth 595 Competizione

Salgo de la fábrica de Stellantis en Madrid donde lo he recogido y enfilo la M40, no queda otra: toca tomar la rampa de incorporación como dios, Tommi Makinen, manda: ¡con alegría!

Con el botón mágico ya activo, el coche es tremendamente sensible al tacto del acelerador y la suspensión se endurece como el demonio. Además, el turbo hace de las suyas y sopla cuando necesita que el motor de gasolina 1.4 16 válvulas de 180 CV se porte como se entiende. El conjunto entre dinámica y sonido, ya solo de entrada, es espectacular.

Ya en autopista y a 100 km/h más o menos constantes, el consumo del Abarth 595C Competizione baja de 6 litros de consumo, (en la media final de la prueba, se fue a 9,3) lo que entiendo que está dentro de mis parámetros aceptables de coche para diario.

Llego a casa y el coche queda en el garaje y yo me voy esperando que llegue el momento para volver a pasearlo porque tiene toda la pinta de ser un juguete.

Y, aunque el día siguiente, es un día más en la oficina, es decir, toca un desplazamiento corto todo por vía urbana, es suficiente para ver sí el Abarth 595 Cabrio Competizione sirve como utilitario de un petrolhead.

El Abarth 595 Cabrio por ciudad

El coche es ágil como una lagartija, más que un escorpión entre el tráfico denso y aburrido y, con sus dimensiones (3,67 de largo y 1,63 de ancho) y el buen manejo durante el giro en parado, se aparca en cualquier hueco sin esfuerzo (a pesar de solo tener sensores de proximidad, nada de cámaras ni radares de última generación).

test del Abarth 595 Competizione

Tiene un chasis y una suspensión digna de saltar empastes por lo que más vale tomar los resaltos, badenes o montañas rusas (pasos de peatones) que tenga el asfalto de la ciudad porque, como te pases de efusividad, no solo te podrías dejar una pasta en dentista sino en reparar el paragolpes delantero a base de besar el pavimento.

Pero vayamos a la chicha y salgamos de verdad a hacer un test del Abarth 595 Competizione como debe ser: en carreteras secundarias y de curvas.

Abarth 595 Competizione, un coche para los domingos de tramos o tandas

Recuerdo hace más de una década, cuando revivió FIAT Abarth como marca deportiva y la promocionó la copa monomarca donde un «millón» de pelotillas iban cual espermatozoides a la carrera por fecundar un óvulo. Todos esos huevitos con sus pegatinas de colores yendo a fuego hasta la primera curva en la que, en cada carrera, alguno se ponía a dos ruedas y/o volcaba.

La cuestión es que siempre tuve en mi cabeza la idea de este coche como un proyectil, algo que, en parte, se me fue cuando tras hacer mi primer test del Abarth 595, entonces aún Abarth 500 y, para más INRI, también fue un Cabrio, aunque de 140 CV y, sobre todo y muy a mi pesar, con cambio automático…

Aquella toma de contacto fue breve, la verdad, pero hizo que cayera un mito. Solo he necesitado algo más de una década y un sin fin de cambios en mi vida para darle un giro revolucionario a mi opinión sobre el Abarth 595 Competizione.

Volviendo al presente, o al menos, al pasado muy reciente, el plan para este coche estaba claro: exprimirlo.

El dinamismo del Abarth 595C Competizione

Para ello me llevé al Abarth 595C Competizione de ruta, una de esas carreteras donde disfrutar, con curvas enlazadas, rectas donde despegar y, de repente, frenar con apoyos locos hacia horquillas que no acaban o llevan a nuevos cambios de ritmo… y en las que no puedes ni quieres dejar descansar ni el pirutase izquierdo ni el derecho en un bailoteo continuo entre pedales.

La cuestión es que, en el recorrido realizado este coche me demostró una vez más que muchas veces no hace falta tener un coche de chorrocientos caballos, primero, para ir rápido y que, otras, llevar un coche muy, super o muchipotente no es sinónimo de diversión al volante.

Este coche va de lujo cuando se lleva al límite de la coherencia (y de la legalidad… señor agente… sí… no me mire así…), se agarra al asfalto que da la sensación de ir con un lastre específicamente puesto, ahí, en la panza, y gestiona aún mejor el paso por curva gracias a una suspensión que trabaja sabiendo que cada rueda puede apoyarse según lo requiera y entonces, también, como debería.

Bendito diferencial de deslizamiento limitado que lleva el 595 Competizione porque, cuando lo tienes y lo sientes en un coche así, en mi opinión, no quieres prescindir de él y más en un tracción delantera con tanta potencia y ese peso en el que gestionar todo su poderío en solo dos ruedas…

Por cierto, hablando de apoyarse, este coche equipa un conjunto llanta-neumático coherente, incluso, si me apuras, de los que me gustan: pequeños.

Y es que por fin encuentro un coche que pone cordura a la locura de meter llantas enormes con perfiles ridículamente estrechos pero con bandas de rodaduras enormes que pueden llegar a ver afectada la potencia generada con impulso sobre el asfalto por pasarse metiendo unas ruedas que no proceden.

A todo esto, el equipo de frenos Brembo se me quedó un pelín justo. Puede que fuera el uso previo y el kilometraje lastrado de la unidad del test del Abarth 595 Competizione probado el que me ofreciera un tacto por debajo de la contundencia que esperaba y desearía para un coche así de rápido.

El Abarth 595C Competizione da la impresión de ser la base de un coche de carreras que ha sido homologado para circular por tu barrio o irte al pueblo. Uno de esos al que le metes unas barras antivuelco y unos arneses de, aunque fuera, 4 puntos y te puedes meter, si no a competir, a echar un domingo de tandas muy ricamente.

Es un coche que transmite a la perfección lo que pisa y te explica cómo debes manejarlo, hay una constante comunicación entre él y tú. Uno con el que sabes que con 180 CV extraídos de un motor turbo, el culo te puede culear como frenes donde no debes o como aceleres cuando no debas, pero que también puedes buscar ese puntito de adrenalina con tiento porque te deja corregirlo si no te has pasado de la raya.

Conclusiones tras el test del Abarth 595 Competizione

Según el configurador de Abarth, el precio del Abarth 595 Cabrio con pack Competizione y con el color Blanco Gara como el de esta prueba se va a unos 33.000 euros, con todas las promociones actuales incluidas, si no, se va por encima de los 40.000, ojo ahí.

Desde luego es una cantidad como para tenerlo muy en cuenta. Ahora, si nos ponemos a buscar coches equivalentes, alternativas o rivales del Abarth 595 Competizione, pocos hay. Lo más cercano, y tampoco me atrevería a asociar un 3 puertas con un 5, es el Suzuki Swift Sport como el que probamos, menos potente aunque con etiqueta ECO por la C del Abarth.

En cualquier caso, este coche me ha enamorado, es un old school, un balón de oxígeno, en un mundo ecorresiliente, pintado de morado o vestido de arco iris, y políticamente correcto en el que aún hay gente a la que se/nos la trae al pairo hacer ruido y gastar gasolina por el mero hecho de darte el placer de conducir de forma deportiva, divertida y emocionante.

El Abarth 595c Competizione vale lo que cuesta, más que nada porque, busques o rebusques, o te vas a coches más caros, aunque posiblemente más potentes, lustrosos y de mayor empaque, o te vas a por uno de segunda mano…

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