Prueba: Hyundai i30 Fastback N Performance, tan cerca de un GTI, tan lejos de un R.S.
8 febrero, 2021Realizamos la prueba del Hyundai i30 Fastback N, un coche que tiene el difícil desempeño de encontrar un posicionamiento líder en diferentes segmentos.
Algo que me suele ocurrir cuando me subo a un coche, y en el caso del test del Hyundai i30 Fastback N no fue una excepción, es recibir los primeros estímulos por la primera bocanada que respiro profundamente cuando me encuentro ya sentado en el coche.
Más, si se trata de un automóvil que, estéticamente conozco y poco me puede sorprender, la sensación al sentarme en la butaca frente al volante es una impresión que me suele marcar una toma de contacto y ésta no ha sido una excepción.
Al volante de un Hyundai i30 Fastback N de 2019
Quizás, por ello, esta vez voy a ser un poco más anárquico en la redacción y organización que otras veces y, de golpe y porrazo, empiezo reconociendo que la primera percepción que me propupuso el test del Hyundai i30 N Fastback no fue otra que la de una relativa decepción.
Y es que, es cierto que ya no hay coches baratos pero, por los desde 36.350 euros que costaba, en principio, este coche que espera ya su relevo, me esperaba más. Su salpicadero es prácticamente como cualquier otro i30, el problema es que puede ser casi el doble de caro. Los pocos detalles que lo diferencian, se resumen a una traste insignia en el tronco del volante, unos contornos enrojecidos para las salidas de aire y poco más, por no decir, nada más.
Sí, la palanca, el volante y el pedalier, qué minimo, cuentan como materiales nobles a la par que de inspiración y halo racing, como la tapicería y los asientos pero, para nada puede compararse, por ejemplo (al de siempre, al intocable, al compacto deportivo de referencia) Volkswagen Golf GTI, pero tampoco al de, por ejemplo, el Renault Mégane R.S. que también probamos y, estéticamente y, aunque tampoco sea muy diferente a otros más sencillos, al i-Cockpit del Peugeot 308 GTi, del que luego, obligatoriamente hablaremos.
Volviendo a la prueba del Hyundai i30 Fastback N, cabe mencionar que, por narices, la carrocería de pilares C extendidos y maletero prominente se ha vendido, inexorablemente, asociado a la configuración Performance, es decir, aún más caro por ser aún más potente pero sibilinamente diferenciado en su interior con otras configuraciones de poco más de un tercio de potencia ya que éste tiene, ni más ni menos que 275 potros y un par motor de 378 Nm y diferencial autoblocante para amenizar la trazada.
Por eso, me llama poderosamente la atención lo poco racing que se siente el interior, quizás un punto fuerte para hacer de él un coche para un petrolhead pero no para hacer de este coche uno exclusivo para domingo o tandas.
¿Qué petrolhead activa los modos Eco, Normal y Sport teniendo el N?
Volviendo a la prueba, el lugar elegido para rodar con él fue la zona de la sierra norte madrileña, una concatenación de curvas y puertos deliciosos donde exprimir un coche que, salvo en un tramo no excesivamente longevo fue el único posible donde vi bajar la aguja del consumo de los 9 litros, de hecho, yendo a velocidad de crucero, y, con bastantes pendientes a favor, logré hacer una media mental de unos 8 litros, bastante poco fiables por la relativa brevedad de este tipo de conducción, más próximos a los 11-12 cuando uno se emociona, siempre y, teniendo en cuenta que, dada la toma de contacto y el poco tiempo disponible para hincarle el diente a este coche en modo N constante (de los cinco disponibles: Eco, Normal, Sport, N y N Custom).
Y es que donde me interesaba exprimir al Hyundai i30 Fastback N Performance de este test era en, como decía, carreteras sinuosas.
Aquí, como suele ocurrir, las versiones de carrocería extendida a partir de arquitectura compacta suelen desenvolverse si bien no mejor, de modo más agradecido, suave y manejable con los propios hatchback, de hecho, su variante original como hot no ha pasado por mis manos pero sí uno de más modestas cualidades.
Por eso, de entrada y, en las primeras curvas fuertes, este coche me transmite dos cosas: un buen afinamiento del chasis y una nobleza suprema. Sin equipar un juego exacerbado de frenos, se comportan los suficientemente bien como para aguantar un exceso de fogosidad, uno y poco antes del límite, claro está.
Como indicaba, el coche es rápido, pero ni en exceso ni es brusco, lo que no me termina de convencer es la asistencia artificial en el cambio que, a pesar de ser manual, la palanca de cambios tiene un tacto… raro, es directa y los cambios tienen poco recorrido pero la transición se me hacen demasiado suaves, para mi gusto, como el embrague, además de, alto, no es especialmente contundente, ni para hincar el pie ni para echarlo para atrás.
El acelerador tampoco es especialmente responsivo en su coordinación con el motor, es decir, no por hundir el pie derecho en él, el propulsor aporta mayor brío, para nada, lo hace de manera algo aletargada, esto me hace llegar a pensar en cambiar el chip y hacer otro tipo de conducción.
El Hyundai i30 Fastback N no es un coche extremo como lo es, y bendito sea así, el citado Renault Mégane R.S. que disfruté y coroné, a falta de poder probar el Honda Civic Type R, como compacto deportivo de la década (pasada, puede que jamás haya otro elenco como el que ya he citado y al que añoro poder hacerlo con un Ford Focus RS nuevo), se parece más y mucho al Peugeot 308 GTi, de hecho, según pasan los kilómetros, no muchos, pero se suceden curva a curva y cambio a cambio, me pongo más en modo «sport/GTI» que «racing/RS».
Entonces la berlina compacta potente y deportiva me empieza a gustar un poco más.
Es cuando le pides menos pero arriba cuando te deja buen sabor de boca. No es bueno creer que puedes ir con él a por tiempos o a marcar la velocidad máxima más alta porque no está hecho para esto, quizás el departamento que toma la inicial del nombre de la meca automovilística por antonomasia la que ha tomado un compacto normal y corriente para buscarle las cosquillas al SEAT León y lo ha modificado para ofrecer algo que el de Martorell no puede ofrecer que es un sedán de maletero que, sin ser especialmente grande está bien aprovechado por la sencillez de su diseño, y unas plazas delanteras cómodas y ergonómicas, que no cansan la espalda pero no agarran como un semibacket ni de lejos, con unas plazas traseras con el aire suficiente para viajar cómodamente dos ocupantes y circunstancialmente tres.
Eso a pesar de que, en modo N es duro, abrupto en el comportamiento de la suspensión, pero es lógico ya que se supone que es el set-up para darle caña y no para ir de viaje a la playa. Además, gracias al artificioso y aumentado bramido que se acrecienta gracias a la apertura de la válvula activa de escape, abre o cierra la caja de truenos y que, incluso, permite algún que otro petardeo que ameniza el ritmo.
Prueba del Hyundai i30 Fastback N, el veredicto
En conclusión, este coche me resulta un tanto caro para su precio original, ahora que apura las últimas unidades nuevas «viejas» por actualización de mitad de ciclo de vida de esta generación, pensar en él Hyundai i 30 Fastback N Performance de segunda mano y su depreciación natural dudo muy mucho en decantarme por él si lo comparo, sin ir más lejos por Peugeot 308 GTi a pesar de sacrificar volumen de carga en el maletero.
Y, a pesar de ser menos potente el francés que el surcoreano, el interior es más elaborado, distintivo y vanguardista mientras que, aunque, el protagonista de este texto, sea más rápido, en un mismo tramo de carretera y, siempre bajo la coherencia y premisa de garantizar la seguridad propia y ajena en un tramo abierto al tráfico ordinario, no le sacaría demasiado trecho pero la decepción del atrezo alrededor de la posición de la conducción y una respuesta excesivamente suave del conjunto motor-caja de cambios, a pesar de ofrecer un tarado duro en el reglaje de la suspensión, me hace pensar que este coche, sin llegar a un quiero y no puedo, está más cerca de, como decía, de un concepto GTi que de un concepto R/RS.
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