Prueba: Mitsubishi Space Star, reivindicándose por méritos propios

Prueba: Mitsubishi Space Star, reivindicándose por méritos propios

21 septiembre, 2022 Desactivado Por Miguel Lorente

La prueba del Mitsubishi Space Star nos reafirma nuestra opinión: la ciudad necesita más coches pequeños como este

Se lo venía diciendo a Rubén finalizando la prueba del Mitsubishi Space Star que hemos tenido durante esta semana: estos coches me encantan. Y no, creo que, aún, en cuanto a coches se refiere, aún no he perdido el juicio.

Quizás sea por vivir con un Saxo VTS de 3 puertas como coche prioritario lo que me haga ver que los coches del segmento A, tan minusvalorados, defenestrados y abocados al olvido melancólico de otros tiempos, otras modas y otro tipo de consumo, los coches pequeños son necesarios por no decir imprescindibles en la ciudad, incluso más si se quiere un tráfico ágil y fluido.

Y es que, tanto el Space Star como el Panda que probamos anteriormente son ejemplos de lo bien que se vive en las calles metropolitanas cuanto más pequeño es el coche que se maneja y, más aún, si se cuenta con un radio de giro tan brutal como el de este Mitsubishi que ríete tu el modo «cangrejo» del nuevo Hummer, posiblemente, uno de los puntos fuertes de este coche.

Mitsubishi Space Star: un pequeño gran aliado

El de los tres diamantes es capaz de darte la vuelta en cuestión de un único giro completo de volante. Con un poco de maña te haces un 180 grados con el menor esfuerzo (y sin tirar de »galga»). Habida cuenta de lo mucho que ayuda esta capacidad a la hora de aparcar en sitios minúsculos donde sus 3,85 metros de longitud son una inmensa virtud.

Y es que, además, el coche es cuco. Por fuera el coche es mono, eso sí, es demasiado parecido en su frontal a un difunto ASX, tanto que parece un «miniASX» si se mira de frente.

Pero vayamos a un análisis algo más profundo.

Como decimos, la estética del Mitsubishi Space Star es prácticamente la misma que la que presenta desde 2016, unos retoques visuales por aquí (detrás), otros más intensos por allá (delante) y listo, ya tenemos un modelo de 2020 ¿desventaja? Ninguna porque se mantiene saludable.

Y más si aparece con unas llantas como las de la unidad de test, las propias del equipamiento Kaiteki, el tope de gama, aunque solo hay dos, y le dejas un toque más distinguido y agradecido en la fotografía lateral.

La zaga aún guarda reminiscencias de unos Mitsubishi ya extintos de décadas pasadas pero que, gracias a unos angulosos grupos ópticos que fueron reformulados se mantiene un aspecto hasta actual.

La habitabilidad del Space Star: justa pero suficiente

Pasamos al interior y se aprecia que es un coche para la batalla del día a día. En 2020 el modelo implementó su ajustado repositorio tecnológico (básicamente añadiendo una pantalla más grande pero sin navegador) y los ADAS obligatorios.

Justo pero bien dispuesto, una cabina correctamente rematada a pesar de contar con el plástico como principal protagonista de salpicadero y paneles de las puertas.

Eso sí, me ha gustado, especialmente, la tapicería del equipamiento Kaiteki, no así la ergonomía del asiento con un respaldo lumbar prominente que obliga a arquear la espalda a la altura de los riñones. La banqueta es cómoda pero algo justa para una persona o de talla grande o piernas largas. El respaldo tiene una anchura considerable al disponer de unas orejeras abiertas pero que no recogen en demasía, y menos según lo que analizaré adelante sobre las sensaciones a bordo.

Las plazas traseras, homologadas para tres ocupantes, difícilmente utilizables en caso de ser ellos adultos ni tampoco si se trata de incluir a otro adulto en el asiento central en caso de utilizar dos sillas infantiles, porque ya quedan justas para ser usadas por dos personas de una estatura como la mía (1,80 m) con poca libertad de movimiento para los pies por las bases de los asientos, una capacidad limitada pero existente para distanciar las rodillas del respaldo y con los hombros próximos al entorno de la ventanilla y del pilar C. Espacio, el justo, pero ni angosto ni claustrofóbico, solo el imprescindible para ir bien detrás.

El maletero del Mitsubishi Space Star es de solo 209 litros, lo que significa que da, o bien para una maleta de cabina, o una bolsa grande de gimnasio, o una compra no demasiado copiosa en el súper. Eso sí, al tener profundidad se equipar con una bandeja organizadora como la que disponía nuestro ejemplar de prueba que da mucho juego para colocar bultos sin que se muevan o rueden por él.

Es que es práctico hasta por su carácter modesto porque, con dos simples botones de apertura remota, uno en la manilla del conductor, otra en el del maletero, accedes o cierras mientras dejas el mando/llave olvidado en la mochila, mismamente.

Al volante del Mitsubishi Space Star

Una de las cosas que me chocó del Space Star al ponerme frente a su volante era el selector de la velocidad: la escalonada y «retorcida» secuencia de marchas más propia de un coche de finales de los 90 que uno de la década de los 20.

Una caja de cambios de tipo CVT que dispone de una posición L que permite traccionar en bajas velocidades, por eso la L, y también de una opción «Ds» en paralelo a la D para pasar del por defecto modo ECO de la directa, de ahí lo de D,  a una respuesta más directa o Sport (Ds de D de directa y s de sport) que de deportiva tiene poco. Salvo porque se revoluciona mucho más y, sobre todo, hace mucho más ruido, el coche no aprovecha demasiado esa configuración del mapa motor salvo para simular, durante un juego de muñeca «D a Ds y de nuevo a D» en poco más de un par de segundos lo que harías de 5ª a 4ª para coger mayor par y, por ejemplo, adelantar.

Por cierto, es un coche que, en vías rápidas es muy ruidoso dentro, de hecho, llego a plantearme el nivel de insonorización del habitáculo que será, como máximo, mínimo porque llega a ser incluso un problema cuando intentas mantener una conversación mientras el motor y la caja de cambios se enfrascan en un mano a mano a ver qué hace más ruido mientras se acelera.

De hecho, su motor, el bloque tricilíndrico de 1.2 litros de cubicaje y 70 CV, asociado a una caja de cambios automático de tipo CVT, no resulta potente, no, es más, el variador continuo no ayuda ni a salidas rápidas ni a adelantamientos explosivos, para nada, es muy tranquilo, incluso un tanto perezoso pero, por eso mismo, es un coche para ir de semáforo en semáforo con calma o dejar decelerar y conducir «a vela» hasta la siguiente intersección donde se tiene que detener.

En ciudad, que no deja de ser el entorno donde más lógica tiene hacer una prueba del Mitsubishi Space Star, ha venido haciendo en los desplazamientos matinales «cole-casa» una media de 5,7 litros y algo más baja en momentos de menor densidad de tráfico urbano. En viajes por vías rápidas, pudo hacer una mejor marca de 4,6 L/100km en un trayecto de 65 km.

En definitiva en los 265 km circulados con la unidad de test, en general, sin el aire acondicionado, porque no ha sido necesario, y con un uso mayoritariamente por ciudad, la media de consumo del Mitsubishi Space Star quedó en 5,2 litros de gasolina.

Ahora sí, no puedo ni quiero dejar de mencionar lo que menos me ha gustado de este coche y es su deriva. Parece mentira lo similar que es, sin ir más lejos, a aquel infame pariente que ahora presume de generación, el Mitsubishi Eclipse Cross, totalmente nueva, por suerte.

Como decía, el coche sufre una fortísima deriva lateral en trazadas como glorietas de gran radio, llegando a dar la sensación de levantar «patita» sin necesidad de ir excesivamente fuerte, porque si ya le buscas los tres pies al gato, te llegas a preocupar por si no tendrás que hacer algo para recuperarla.

El coche gira muchísimo en velocidades próximas a la detención pero cuando toma algo de inercia, ofrece un dinamismo propio de un SUV.

Conclusión y opinión sobre comprar un Mitsubishi Space Star

Sea como fuere, la prueba del Mitsubishi Space Star me deja una idea sobre él de que es un buen coche para circular y hacer trayectos urbanos cortos, incluso en atascos, con velocidades medias bajas.

Su habitabilidad, siendo la propia de un coche que cuesta poco más 12.000 euros el del acabado más barato, es más que apropiada para los devenires de la rutina metropolitana.

El Space Star es perfectamente «ese» coche pequeño y (relativamente) barato (a día de hoy, tal y cómo están los precios de los coches nuevos) que hace a la perfección las labores de segundo coche familiar o de coche principal pero de un único usuario cuyo fin es ir de la Calle de Enmedio a la Ronda de las Naciones de su propia ciudad sin mayor complicación que la de llegar al destino.

Te interesa

SUSCRÍBETE A NUESTRA NEWSLETTER
y recibirás un correo cuando publiquemos un nuevo artículo