Prueba: Volkswagen ID3 2022 ¿de verdad es tan interesante como lo pintan?

Prueba: Volkswagen ID3 2022 ¿de verdad es tan interesante como lo pintan?

1 noviembre, 2021 Desactivado Por Divex Motor

Tenía muchas ganas de hacer la prueba del Volkswagen ID3. Había escrito mucho sobre él desde su aparición como prototipo, había leído lo justo sobre el coche de producción, había escuchado algunas impresiones tras su presentación estática y, prácticamente, no había visto vídeos de los test de medios de prensa ni de propietarios.

El objetivo era saber lo imprescindible del coche hasta poder hacer un test a un VW ID3 con tal de no hacerme una idea preconcebida ni desvirtuar mi propia opinión del primer eléctrico de Volkswagen.

Y me dirás, con razón, que no es el primer coche eléctrico de Volkswagen. Efectivamente, no lo es de facto pero sí es el precursor dentro de la nueva plataforma y de la que va a ser la cuna de fabricación de los coches de la marca presentes y futuros. Y esa responsabilidad recae sobre el heredero espiritual del concepto del todopoderoso Golf y del mítico Escarabajo en la nueva década, como poco, si no es del siglo.

Y, aunque hace ya más de un año que el coche llegó a manos de los medios, hasta ahora no habíamos podido conducir uno, tiempo en el que he tratado de mantenerme al margen de polémicas, críticas e, incluso, rumores sobre su futuro. Por eso, adentrarme por fin en uno y conducir un Volkswagen ID.3 era una de mis prioridades para con Divex Motor y sus lectores y poder enjuiciar este coche con fundamento propio.

¿Cómo es el Volkswagen ID.3 por fuera?

No puedo negar que este coche me recuerda a otro pionero pero de otra marca alemana como es el BMW i3. En cualquier caso, el VW ID3 parece una suerte de híbrido entre un compacto y un monovolumen pequeño.

Tiene un techo alto, unos pilares prolongados, una cintura elevada y unas ruedas, por ende, pasos de rueda amplios que le acercan más a un coche familiar MPV que a un utilitario de ciudad. Al natural, por fuera, su sencillez es aún más flagrante en vivo que en fotos.

Líneas rectas pero suaves se entrelazan para dar lugar a una carrocería tan sobria como anodina. De hecho, su «mirada» es discreta y su zaga ceñida.

Entre medias, una distancia entre ejes generosa (2,77 m) para una carrocería de 4,26 metros de largo que crea un habitáculo con 4 ó 5 asientos, según el acumulador equipado, en este Volkswagen ID3 1st de 5 plazas, que no deja indiferente.

¿Qué tal es el interior del Volkswagen ID3?

Excesivamente espartano. A pesar que hay ejemplos minimalistas, como los del Tesla Model 3 o el del citado BMW i3, donde un lustroso minimalismo hace de su cabina un lugar elitista. Sentarse a los mandos de un ID3 es como hacerlo en el Polo de más modesto acabado. No exagero, más habiendo conducido un Polo 1.0 con equipamiento Edition.

Salvo algunos y puntuales elementos del acabado de este Volkswagen ID.3 1st Edition que voy a conducir, el ambiente que se respira en él es pobre. Injustificado si tenemos en cuenta su coste.

A partir de que se trata de un ejemplar de la producción de lanzamiento, uno de los 30.000 fabricados y que fijaba el precio del Volkswagen ID3 en España, el que equipa la batería de 58 kW de capacidad, 55 útiles, y un motor de 150 kW de potencia, 204 CV, desde 43.080 euros para el más básico, el del ID3 1st Pro, sin incluir descuentos de ninguna índole, la impresión que transmite por dentro es la de un coche de gama, coste y alcurnia muy inferior.

Esto es «Queremos aparentar fabricar un coche top tecnológico, pues instalamos un volante muy limpio, con botones táctiles (cuya vibración es exasperante), le acompañamos de un (más que pequeño) cuadro de instrumentación totalmente digital (que más bien parece una de aquellas videoconsolas portátiles «Game & Watch» o, más conocidas como «maquinitas» con las que los niños de los 80 jugábamos) en un salpicadero casi diáfano y cuyo mayor aliciente es otra pantalla digital en la consola central con unos gráficos ya familiares en los coches del Grupo VW, y lo adornamos todo con una (triste) placa «1st» frente al asiento del acompañante» y ya. No hay más.

Ahora, si el lujo o, al menos, el elitismo del precio y casi del concepto, en cuanto a ser un coche de la era, supuestamente más tecnológica, estuviera cargado en otros materiales más clásicos, el cuero u otros materiales nobles deberían estar presentes mayoritariamente. Pues lejos de contar con algunas salpicaduras de piel en un tacto similar al Alcántara en los asientos y los paneles de las puertas y, también, la piel, o símil, en los mismos, el plástico, el plástico mondo y lirondo es el protagonista de su estructura.

Es cierto que, por ejemplo, en el salpicadero de la unidad de prueba del Volkswagen ID3, el tacto es agradable, es como esponjoso pero no es el material ni apto ni digno para un coche así (o al menos de ese precio) y menos con un diseño tan triste y, a la vez, tan saturado como la botonera de la iluminación.

Sobre el espacio para sus ocupantes, cabe señalar que la unidad probada carecía de regulación de los asientos delanteros salvo en cuanto a la altura de la banqueta, inclinación del respaldo y profundidad del conjunto. A pesar de esto, es posible encontrar una posición de conducción, si así se encuentra uno, o de viaje, en el del copiloto, de la que hablaremos a continuación.

El volante y el panel de instrumentación se puede regular en altura y profundidad que, junto con los reglajes básicos del asiento principal, permiten una configuración al gusto del usuario. En mi caso, el espacio para los hombros y cabeza fue correcto, siempre y cuando se levantara el reposabrazos que se puede bajar y subir pulsando un botón (analógico) y para las rodillas era realmente generoso hasta el salpicadero.

La visión en el habitáculo del ID3 queda relativamente reducida por la ubicación del retrovisor y el pilar delantero que incrusta una ventanilla triangular que limita la diagonal y delantera. La trasera es más que escasa por la altura de la luna del portón posterior.

Situados en el asiento a la derecha respecto de quien vaya a conducir un VW ID3, el espacio es aún mayor. En cualquier caso, tanto este asiento como el ya descrito, quedaron regulados a las dimensiones del que firma este artículo, esto es, casi 1 metro y 80 cm de altura y una talla M de chaqueta.

Ahora, donde se disfruta, con el posicionamiento dicho, más que en ninguna parte durante la prueba del Volkswagen ID3, en los asientos traseros más exteriores.

El espacio que en las plazas de traseras del Volkswagen ID3 quedaba entre las rodillas del que suscribe y el respaldo era exageradamente generoso. Respecto de la distancia al techo, el aire hasta la cúpula deja una sensación de libertad respaldada por el espacio libre para los hombros, siempre y cuando se viaje 4 personas, 5 es posible con cierta comodidad, incluso para el viajero de la plaza central posterior porque, al no haber puente en el suelo, puede colocar sus pies en el hueco correspondiente sin quedar comprometido su limitado confort ni, sobre todo, el de los otros dos hipotéticos viajantes.

Donde también hay un buen espacio útil es en el maletero del Volkswagen ID3. Un compartimento con un piso muy bajo, con una boca de carga elevada lo que hace que, para aprovechar al máximo el mismo sería introduciendo una maleta de gran volumen, es decir, y otra de tipo cabina o bolsa de deportes.

¿Qué tal se comporta en movimiento el VW ID3?

Explicado el manejo del mando o joystick que permitirá iniciar al prueba del Volkswagen ID3 ya que permite seleccionar la marcha, un dispositivo cuya ubicación es realmente mala, tanto porque queda oculta tras el volante como porque resulta muy tosca y casi me atrevo a decir sin miedo a ser devorado por los haters que desproporcionado por su tamaño y localización, observo los símbolos grabados en  los dos únicos pedales, los habituales en los reproductores audiovisuales: el de la pausa y el del accionamiento, o el del botón de pause y el play.

Ya me han avanzado el plan o la ruta que nos han preparado, una toma de contacto que va a quedar reducida a un trayecto mixto que combina alrededor de un 30 por cierto de vía rápida, un 60 de carretera de montaña y un 10 en las vías de poblaciones que enlazan mediante tal carretera montaraz.

Prueba del Volkswagen ID3 en ciudad, autopista y carretera secundaria

Con estos datos, uno se puede hacer a la idea de que el consumo del VW ID3 que pruebo va a mostrar cantidades un tanto desvirtuado, habida cuenta de que tengo la intención de alternar entre los diferentes modos de conducción, que son ECO, Comfort, Sport e Individual, para ajustar la respuesta del coche a según la zona transitada además de modificar la respuesta del sistema de regeneración de energía eléctrica. Aún así, ya lo dejamos avanzado: al final de este test los datos que arrojaba el coche fueron estos:

Con todo y esto, inicio la prueba del Volkswagen ID3 en el modo más neutral y, entendemos que general, como es el que evoca al confort en su conducción. Seleccionada la D, el coche me traslada, como ya es habitual, en un movimiento en sigilo y nos encaminamos a la vía de salida en la que puedo sentir como el par motor es casi instantáneo y permite ajustar el movimiento del coche a la velocidad deseada y deseable para incorporarnos a una carretera de alta densidad y velocidad.

El coche resulta aplomado, parece ir sobre raíles pero no transmite mucha más información que la que se puede recibir cuando uno viaja en un tren. Ni más ni menos. Resulta anodino. Ni siquiera el acelerón inicial provoca esas «mariposillas» en el estómago que otros coches eléctricos destinados al día a día sí provocan.

Entonces encaro la desviación hacía la carretera de la sierra de Madrid donde voy a probar más a fondo el coche. Una vía que conocemos y que hemos tomado en otras ocasiones con vehículos tan dispares como el DFSK F5 como con el Renault Alpine, pues entre medias, y quizás nunca mejor dicho, hoy toca con la prueba del Volkswagen ID3 que tenemos entre manos.

Cambio entonces al modo Sport y me libero de cualquier modo adicional de recuperación energética del VW ID3 1st Edition.

El coche mantiene su buen hacer a la hora de hacer llegar el trabajo del motor a las ruedas pero siento la dirección muy dura, de hecho, resulta curioso ya que siento como me hace trabajar a la musculatura de la espalda llegando a ser cansado el manejo del volante cuando se alternan curvas de manera constante.

El apoyo no es del todo óptimo. A pesar de que va muy asentado, no es especialmente efectivo, hay algo en la dirección que parece no ir muy fino, al menos perfecto. Menos aún, como pudimos probar, si el trazado sinuoso se hace en modo Comfort que, entonces, el coche sufre balanceos y cabeceos propios de un SUV.

Volviendo al modo deportivo, el Volkswagen ID3 no es nada deportivo, valga la redundancia, ni cuando uno intenta creer que por disponer de 204 CV el coche podría llegar a considerarse como coche divertido. Porque no lo es, sigue siendo anodino. No es ni siquiera neutral, es monótono. Aunque la carretera sea digna para quienes disfrutamos de este tipo de trazados, el coche se vuelve un imán en contacto con el polo opuesto: se agarra pero cuesta desplazarlo a pesar de la potencia disponible.

Llegados al primer núcleo urbano, nos da la bienvenida una pareja de resaltos, de esas tiras de cemento de poco más de 50 cm de anchura o, me permitirá el lector tomarme la licencia de plagiar a mi hija, «un sube-baja» rápido y sin compasión. A pesar del tarado ajustable en 15 puntos de la suspensión, que quizás sea lo mejor de este coche, el paso de Comfort a Sport y no volver nunca hacia atrás, en el reglaje más duro el coche acepta bien sobrepasar este escollo en la calzada. Sin pasarnos de violencia, el segundo badén es igualmente tratado y el coche resulta confortable.

Ahora, en la urbe, con calles y cruces y giros en poco espacio, el coche se maneja correctamente.

Cuando la prueba del Volkswagen ID3 llega a un entorno urbano, quizás sea el único momento o lugar donde el coche pueda mostrar su mejor cara, aquella de miércoles, la que no es la de lunes de depresión por vuelta al trabajo pero tampoco la de viernes que anticipa el fin de semana, sino la que luces a mitad entre el finde pasado y el siguiente. Ni frío, ni calor. Ni chicha, ni limoná, emulando a un literato de bar y filósofo de la calle, un «Po fueno, po fale, pos malegro» de coche.

Y es que así se puede resumir el comportamiento del Volkswagen ID3, a la pregunta de «Qué tal» te quedas con car de «Bueno», aquella que arqueas una ceja, frunces o haces una mueca con una de las comisuras de los labios hacia arriba mientras elevas el mismo hombro en un intento de decir «Po fueno, po fale, po malegro».

Pero claro, en ese mismo momento se te viene a la cabeza el precio del VW ID3, la calidad de los interiores que presenta, su habitabilidad y su comportamiento y entonces el «Bueno» se rebaja a un «No sé, yo no me lo compraría». Me resulta muy caro (a pesar de toooooooodo lo que un comercial te pueda vender acerca de las bondades de comparar recargar un coche eléctrico respecto de uno equivalente de gasolina, todo lo que quieran y más) para un coche así, incluso más si, de nuevo enlazamos con el inicio del artículo, para un coche que es un exponente, un adalid. Si esta es la nueva cara de Volkswagen en la nueva etapa eléctrica, desde luego ni es premium ni es emocionante.

¿Merece la pena comprar un VW ID3, nuevo, de segunda mano?

Pues merecerá la pena para el que apueste por una inversión así, cada conductor, cada usuario, cada cliente tiene sus circunstancias.

Por mucho que antes de hacer la prueba del Volkswagen ID3 las marcas, y esta no es menos, nos intentan convencer que, por encima de todo, el mantra es el ahorro directo en gastos inmediatos como es el menor coste por km en un coche eléctrico que en uno tradicional, obviando «livianos» escollos como es el superior desembolso inicial comparado con mecánicas tradicionales equivalentes, muy pero que muy bien hay que calcular desde cuándo o tras cuántos kilómetros interesa comprar un coche eléctrico, sobre todo de mantenimiento porque veremos cuánto tarda en equipararse «llenar» la batería de un vehículo de esta naturaleza respecto de uno que recurre a los combustibles fósiles, el segundo mayor pero que le saco al ID3 es su apariencia interior. La tristeza de sus acabados, la calidad de sus componentes, es que, salvo por el confort, que es correcto delante y soberbio para su tamaño exterior, detrás, el resto provoca un descuadre mental en cuanto al coste calidad-precio y emociones que transmite, tanto en parado como en movimiento.

Igualmente, a la hora de plantearse en comprar un Volkswagen ID3 de segunda mano, que ya los hay, habrá que ver cómo envejecen tanto los materiales mundanos como los digitales, algo, posiblemente la experiencia, nos hace atisbar que no demasiado bien, la verdad.

Igualmente habrá que analizar la depreciación del Volkswagen ID3, eso sin contar que, como en cualquier máquina, cómo y de qué manera se haya tratado a un coche donde, y en este, más aún, dependiendo del tipo de recarga habitualmente sufrida, puede ser un factor determinante en su funcionalidad y en la idoneidad de este tipo de transacción.

A modo de conclusión, la prueba del Volkswagen ID3 no me ha dejado fríos, al contrario, me ha provocado un cierto calor interno, posiblemente, traído a partir del enfado que llevado por la desilusión y por el sentimiento de encontrarnos un coche que no justifica la expectación ni el número de reservas que tuvo, de nuevo, un ejemplo más de la ruleta rusa que puede ser reservar o comprar un coche por internet sin haberlo probado, hace que haya sentido que este nuevo «coche eléctrico del pueblo», más con opciones más económicas como el MG4 Luxury que hemos probado, sea poco menos que un truco de ilusionismo de la mercadotecnia que poco o nada tiene que ver con el producto que realmente se pone a la venta y llega a un consumidor ávido por adquirir una idea a pesar de todo.

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